La nominación de Scott Bessent al Tesoro y la probable designación de Kevin Hassett como presidente de la Fed han desencadenado una reevaluación de la asignación de riesgo en los mercados, con el término “superciclo de Bitcoin” entrando en el debate general. El aparente plan de la dupla para coordinar medidas fiscales y monetarias agresivas, debilitar el dólar e inundar de liquidez los activos de riesgo sitúa a Bitcoin en el centro de una potencial subida multi‑activo. Los operadores deben sopesar la demanda institucional en aceleración frente a una mayor volatilidad impulsada por la política.
Bessent y Hassett abogan por un enfoque coordinado Tesoro–Fed que trate la banca central como una herramienta táctica de liquidez alineada con objetivos fiscales, un alejamiento de la ortodoxia posterior a 2008. Esa reescritura del régimen tiene la intención de reducir las cargas reales de la deuda mediante una expansión inflacionaria y un dólar más débil, condiciones que históricamente favorecen los activos de riesgo. En este marco, Bitcoin se presenta como una cobertura contra la degradación de la moneda impulsada por la política y como un activo nacional estratégico bajo propuestas recientes como una Reserva Estratégica de Bitcoin y un Acopio de Activos Digitales de EE. UU. Los movimientos regulatorios de la administración —prohibir las CBDC, rescindir guías contables previas y permitir el comercio spot de cripto en bolsas reguladas— se citan como habilitadores estructurales para una adopción institucional más amplia, lo que ampliaría los flujos hacia Bitcoin y mercados adyacentes.
Los técnicos de mercado y los asignadores de capital deberían vigilar de cerca tres canales: flujos institucionales, señales de liquidez/respaldo de la política y dinámicas de oferta. Un shock de oferta por la reducción a la mitad (halving) de 2024 (la reducción programada en las recompensas por minería de Bitcoin) figura entre los impulsores que, cuando se combinan con una oleada de liquidez, podrían magnificar la apreciación del precio. Una señal conductual proviene de altos responsables políticos: Hassett ha expresado “una extrema postura alcista hacia las acciones y Bitcoin”, y al parecer posee una participación material en una importante bolsa de criptomonedas—hechos que señalan tanto alineación de la demanda como potencial concentración de riesgo político.
Analistas mencionados en comentarios recientes han emitido objetivos de precio altos para BTC y ETH bajo este escenario, subrayando la sensibilidad del mercado a la narrativa y los flujos. Conclusión operativa: vigilar las entradas hacia vehículos institucionales, los volúmenes del mercado spot y las métricas de financiamiento/interés abierto para detectar señales de que el superciclo teórico se está traduciendo en posicionamiento apalancado.
Cómo el cambio de política propuesto podría alimentar un superciclo de Bitcoin
Los críticos advierten que la dupla arriesga conflictos de interés y una supervisión debilitada. Los movimientos de política citados incluyen la disolución de unidades de cumplimiento, indultos de alto perfil y normas regulatorias más laxas—acciones que podrían tener efectos contrapuestos para los mercados al reducir la fricción pero también aumentar el riesgo extremo por choques de gobernanza.
La narrativa de un superciclo perpetuo e inevitable está disputada; los escépticos señalan la recurrencia histórica de correcciones profundas y cuestionan la sostenibilidad de asignaciones en constante aumento. Para los participantes del mercado, el riesgo relevante es el apalancamiento ampliado: si la cobertura sigue siendo escasa o el sesgo de los derivados se vuelve unilateral, las reversas rápidas podrían producir pérdidas desproporcionadas.
El vector de política Bessent–Hassett aumenta materialmente la probabilidad de un ciclo alcista prolongado de BTC al combinar claridad regulatoria, respaldo institucional y expansión de la liquidez; sin embargo, también concentra riesgos políticos y de gobernanza que pueden magnificar la volatilidad.
