China ha protagonizado un regreso sorprendente al escenario criptográfico global, recuperando su posición como el tercer centro más grande para la minería de Bitcoin en el mundo. Según un informe reciente, el gigante asiático controla ahora aproximadamente el 14% de la tasa de hash global, desafiando la prohibición oficial impuesta en 2021. Este resurgimiento es impulsado por operadores que aprovechan el exceso de energía y una infraestructura de datos robusta en provincias claveLa actividad minera, lejos de desaparecer, se ha adaptado y expandido en las sombras. Regiones como Xinjiang y Sichuan se han convertido nuevamente en epicentros neurálgicos, ofreciendo electricidad de bajo costo y capacidad excedente en centros de datos que facilitan estas operaciones. Por otro lado, fabricantes de equipos como Canaan han reportado un repunte significativo en sus ventas domésticas, lo que confirma una demanda renovada de hardware especializado dentro de las fronteras chinas. Además, se estima que entre el 15% y el 20% de la capacidad minera mundial opera actualmente desde este territorio.
Este auge ocurre en un contexto de condiciones económicas desafiantes para los mineros a nivel global. El «hashprice», una métrica crítica que mide la rentabilidad esperada por unidad de potencia de cómputo, se desplomó recientemente a un nuevo mínimo histórico de 34,2 dólares por petahash/segundo (PH/s). Asimismo, la combinación de tarifas de transacción bajas y una dificultad de red elevada ha comprimido los márgenes de ganancia. No obstante, la caída del precio de Bitcoin desde sus máximos de octubre sigue ejerciendo presión financiera sobre los operadores menos eficientes.
¿Señal de una nueva postura regulatoria en Pekín?
Aunque el gobierno central no ha revocado oficialmente su veto, las señales en el terreno sugieren una postura más pragmática y menos punitiva. La incertidumbre sobre los aranceles en Estados Unidos también ha desviado la demanda de equipos hacia el mercado interno chino. De este modo, Hong Kong avanza con legislaciones pro-cripto, incluyendo regulaciones para stablecoins, lo que podría estar influyendo en una percepción más suave hacia los activos digitales en la región continental. Esta «flexibilidad» tácita permite que la industria prospere mientras no amenace la estabilidad financiera estatal.
La durabilidad de este renacimiento dependerá de si las autoridades deciden mantener su enfoque de «ojos cerrados» o si inician una nueva ola de medidas enérgicas. Se espera que el próximo ajuste de dificultad de la red, proyectado con una caída superior al 2%, ofrezca un ligero alivio a los márgenes operativos. Finalmente, la capacidad de resistencia de la red Bitcoin se ve reforzada por esta diversificación geográfica inesperada, reduciendo la dependencia de un solo bloque geopolítico.
