Un proyecto cripto que se presentó como una solución para transformar los stablecoins sufrió una caída del token superior al 90%. El episodio replicó patrones vistos en fracasos previos como el colapso de Terra en mayo de 2022 y puso en cuestión la robustez de modelos algorítmicos y de estrategias de alto rendimiento que atraen liquidez.
El proyecto prometía mantener la paridad del stablecoin mediante un mecanismo de acuñación y quema entre el stablecoin y su token complementario. Ese diseño, conocido como stablecoin algorítmico, intenta sostener un “peg” sin respaldo tradicional y depende de un flujo continuo de demanda y confianza.
Cuando el anclaje empezó a fallar, el mecanismo incrementó la oferta del token complementario para absorber la desviación, lo que desencadenó una espiral de venta e hiperinflación del token. El resultado fue una caída de más del 90% en su cotización, un patrón que remite a la dinámica que provocó la implosión de UST/LUNA en mayo de 2022, cuando el ecosistema perdió más de $40.000 millones de capitalización en días.
La promesa de retornos elevados —en el caso de Terra, rendimientos cercanos al 20% vía un protocolo de crédito— actúa como amplificador de riesgo cuando la liquidez se seca.
El episodio mostró vulnerabilidades típicas: dependencia de crecimiento perpetuo, falta de colateral tangible y salidas de liquidez rápidas sin rutas de cobertura efectivas. Además, errores operativos y fallos de gobernanza en otros proyectos (minting no autorizado, uso de marcas sin permiso) han precipitado caídas similares del 90% en tokens distintos.
Impacto en mercado y lecciones para operadores
El choque no apenas destruye valor nominal: erosiona confianza y obliga a recalibrar apetitos por riesgo en derivados y flujos de capital. En ejemplos contemporáneos citados, tokens como XPL registraron descensos cercanos al 90% cuando la actividad on-chain no justificó la valoración (según cobertura del sector), y otros proyectos recuperaron parcialmente tras correcciones técnicas, mostrando volatilidad pronunciada en altcoins.
La reacción regulatoria se ha intensificado: organismos como la SEC, la UE con MiCA y el Consejo de Estabilidad Financiera han incrementado el escrutinio sobre los modelos de stablecoins y la supervisión de riesgos sistémicos.
Para traders y gestores, la implicación operativa es clara: el apalancamiento y la exposición a productos que prometen yields elevados pueden amplificar pérdidas en escenarios de iliquidez, por lo que las coberturas en derivados y la evaluación del basis y el funding se tornan críticas.
El desplome subraya que la innovación en stablecoins requiere respaldo tangible, diseño resiliente y planes de liquidez verificables; sin ellos, la supuesta transformación puede convertirse en destrucción acelerada de capital.
