Joe Moglia, ex presidente de TD Ameritrade, afirmó en 2025 que para 2030 “todos” los activos financieros tradicionales existirán en forma de tokens. La proyección sitúa a Ethereum como infraestructura central y obligaría a inversores, gestoras e intermediarios a modificar la custodia y la liquidación.
Moglia basa su pronóstico en los problemas de eficiencia del mercado tradicional y en las ventajas de los libros contables distribuidos, señalando a Ethereum como la red que ya soporta operaciones institucionales complejas. Para ilustrar la velocidad esperada, añadió que el mercado de stablecoins, hoy cercano a 280.000 millones de dólares, alcanzará 2 billones en unos dos años.
Otros ejecutivos coinciden con el diagnóstico: Don Wilson sostuvo que “todo estará en la cadena” en cinco años, mientras que Mike Novogratz y Larry Fink anticipan adopción de finanzas tokenizadas y de activos ilíquidos como la inmobiliaria.
En esencia, tokenizar es convertir un derecho sobre un activo real en un token digital anotado en blockchain, lo que aporta más liquidez mediante fraccionamiento, transparencia gracias a registros inmutables y simplificación al mover valor entre clases de activos.
El impacto de la tokenización de activos
Uno de los grandes cambios es que la adopción institucional será más rápida si Ethereum u otra red demuestra que escala y cumple la normativa, acelerando el paso de infraestructuras heredadas a rails on-chain. Por otro lado, también representa una mayor liquidez en activos hoy ilíquidos gracias al fraccionamiento y a la existencia de mercados secundarios más amplios y accesibles.
Riesgos regulatorios y de interoperabilidad, ya que la normativa actual es un rompecabezas de reglas nuevas y vagas que retrasa despliegues a gran escala y complica la conexión entre distintas cadenas. Cambio en la cadena de valor, con custodios y cámaras de compensación viendo reducida su labor tradicional a medida que la custodia y la liquidación se automatizan en blockchain.