Deutsche Bank anticipa que Bitcoin se convertirá en “piedra angular de la seguridad financiera” antes de 2030, integrándose de forma estable en las reservas de los bancos centrales. Este cambio alterará la mezcla de activos soberanos y obligará a gestores de reservas, mercados de capital y supervisores a adaptarse. Señales de interés institucional respaldan la tesis y apuntan a un nuevo equilibrio entre activos tradicionales y digitales.
El informe sostiene que la volatilidad de Bitcoin tenderá a parecerse a la del oro y que, sin sustituir al metal, podría entrar en los balances de los bancos centrales. El banco sugiere una asignación estratégica que “sirva como piedra angular moderna de la seguridad financiera”, integrando a Bitcoin como complemento y no como reemplazo del oro.
Los datos citados recogen entradas de 35.000 millones de dólares en ETFs spot de Bitcoin durante el año, un flujo que el banco interpreta como señal de interés institucional creciente. Un ETF spot de Bitcoin es un fondo cotizado que replica el precio de Bitcoin mediante tenencias efectivas del activo, no derivados, lo que refuerza su papel como vehículo de acceso regulado.
Fundamentos del informe del Deutsche Bank
Deutsche Bank y otros analistas subrayan la complementariedad con el oro: en septiembre de 2025 el oro cerró en 3.703 dólares por onza, mientras que Bitcoin ofreció un rendimiento medio anual del 18% hasta mediados de 2025. Además, algunos bancos, como Syz-Bank, esperan que la dinámica geopolítica en el grupo BRICS+ acelere la revisión del papel del dólar y de los activos alternativos en las reservas.
No hay consenso entre bancos centrales. El Banco Central Europeo, con Christine Lagarde al frente, rechaza Bitcoin para reservas oficiales por su volatilidad, el riesgo de uso en delitos financieros y dudas sobre liquidez y seguridad; Polonia y Hungría coinciden en la cautela. Al mismo tiempo, un 23% de los bancos centrales no ha decidido posición y un 11,6 % admite que las criptomonedas ganan credibilidad.
La eventual inclusión de Bitcoin en reservas públicas aumentaría la demanda institucional, presionaría la infraestructura de custodia y cumplimiento, modificaría la liquidez del mercado y exigiría reglas claras de gobernanza y supervisión. Estos factores trasladan el debate desde la oportunidad financiera hacia la capacidad operativa y regulatoria para sostenerla.
De cara a 2030, el horizonte marcado por Deutsche Bank actúa como fecha límite: para entonces, los bancos centrales habrán decidido si incluyen Bitcoin en sus balances y los reguladores habrán fijado normas para custodia, cumplimiento y valoración, definiendo el rol de los activos digitales en la arquitectura de las reservas soberanas.