Las computadoras cuánticas plantean una amenaza teórica a la criptografía de Bitcoin, pero el riesgo más inmediato es político: la capacidad de la comunidad para acordar y aplicar una migración cuántica-resistente. Aunque las computadoras cuánticas avanzadas siguen siendo limitadas hoy, alrededor del 25% del suministro (unos 6 millones de BTC) está expuesto por direcciones antiguas o reutilizadas, un punto operativo crítico para traders y gestores.
La criptografía de Bitcoin descansa sobre ECDSA (firmas) y SHA-256 (hashing). Shor es el algoritmo cuántico capaz de derivar claves privadas desde claves públicas y, por tanto, amenaza ECDSA; Grover ofrece solo una aceleración cuadrática para hashing.
Hoy no existen máquinas cuánticas con la capacidad práctica necesaria: se estiman entre 10.000 y 100.000 qubits lógicos, lo que podría requerir millones de qubits físicos para lograr tolerancia a fallos. Procesadores actuales citados incluyen chips de ~105 qubits y proyectos con 1.121 o más de 6.000 átomos neutrales, pero están lejos de la escala requerida. Las estimaciones del sector oscilan entre un horizonte más lejano (más allá de 2030) y pronósticos agresivos que colocan un posible “Q‑Day” hacia 2028; algunos analistas piden acción ya para 2026.
Política, gobernanza de Bitcoin y mercados
El desafío central no es solo técnico sino de gobernanza. Implementar criptografía post-cuántica (PQC) exige elegir algoritmos —por ejemplo, esquemas basados en retículas como CRYSTALS‑Dilithium, u opciones de hash como SPHINCS+— y acordar mecanismos de despliegue.
El entorno regulatorio avanza más rápido que la capacidad de coordinación de una red descentralizada. Organismos como NIST están estandarizando PQC y gobiernos promueven migraciones en sistemas federales, creando un desajuste entre imperativos regulatorios e incapacidad de coerción sobre una red descentralizada. Esto podría provocar choques regulatorios y una bifurcación de mercado si inversores institucionales exigen “quantum readiness”.
En el plano de producto y mercado ya existen referencias de cadenas con avances en resistencia cuántica; ejemplos citados incluyen QRL, IOTA, Nervos, Algorand, Cardano, Ethereum y Zcash. Para gestores y traders, la mera expectación sobre capacidad cuántica suficiente puede erosionar la confianza, detonar ventas masivas y reconfigurar flujos de ETF y demanda de cobertura. Un conflicto sobre el método de migración —hard fork vs. solución escalonada— añadiría riesgo de fragmentación y volatilidad.
Bitcoin dispone hoy de una ventana técnica para planificar la transición, pero la verdadera prueba será política: la rapidez y cohesión con la que la comunidad acepte y ejecute soluciones post‑cuánticas.
